miércoles, 7 de octubre de 2015

Otoño

Un manto de hojas secas se extiende por las aceras, arropando baldosas de piedra, curando las quemaduras del estío. 
Bandadas de pájaros se despiden en formación buscando el sur, gritando al cielo que encontrarás un paraíso siguiendo al Sol.
El arroyo celebra que la pesadilla está cerca de acabar, el agua retoma su canto entre las piedras y los peces vuelven a reconquistar su reino.
Las setas asoman sus paraguas a la sombra del bosque, sabiendo lo que vendrá. 
El viento transmite el anuncio como un mantra en las copas del pinar, frío, lejano, tenaz.
El Sol empieza a pesar y ya no levanta tanto, cansado, dolorido y vencido.
Las nubes retoman el protagonismo perdido, surgidas de sus escondites durante tanto tiempo apenas abandonados, y celebran su momento.
El ocre vence al verde y el amarillo al azul.
La temperatura se relaja, los días dejan paso a las noches y las hojas indecisas no saben cuál es su color, como si la sorpresa hubiera equivocado sus decisiones.
Los animales preparan sus madrigueras y se despiden hasta la primavera.
Los parques se vacían de niños ruidosos y se pueblan de enamorados que en silencio se gritan promesas de eternidad.
El aire huele a leña y a castañas.

Y yo hoy cumplo cincuenta.

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